12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1 Corintios 10:12
Hace unos días
me comprometí a llevar una tortilla española a una actividad a la cual ya no
era posible que yo asistiera. Sin embargo, sabía que debía cumplir con mi
compromiso y entregar la tortilla. Tenía que estar en la casa a las 8:45am
porque de allí partirían para el lugar donde se celebraría la actividad.
He hecho ya
tantas tortillas españolas que conozco el tiempo que me tardo en hacerlas. En
el proceso de pelar las papas, cortarlas en pedacitos muy pequeños, freírlas
lentamente hasta que ablanden, sofreír los ingredientes que le darán el gusto,
mezclar todos los ingredientes y luego ir friéndola lentamente mientras la voy
volteando varias veces, toma un tiempo mínimo de una hora.

Me puse manos a
la obra pero me di cuenta que estaba muy ansiosa, tanto que mi corazón
palpitaba mas rápido de lo común (no acostumbro a alterarme por estas cosas).
Recordé las palabras del Señor "por nada os afanéis". De
inmediato, me puse en contacto con mi Creador y le dije: "Señor,
perdóname, no sé de donde me saqué que yo puedo controlar el tiempo. Ayúdame a
cumplir con este compromiso. Yo sé que tu puedes controlar el tiempo y las
situaciones". Luego de esto y mientras seguía en el procedimiento, comencé
a cantar y a adorar a Dios. Esto me quitó la ansiedad y lo más grandioso es
que, por razones "accidentales" de logística, tuve que dividir las
papas para freírlas (la primera vez que me sucede) pero esto me llevó a
agilizar el proceso y ¿saben qué? La tordilla estuvo lista, puesta en su
plato de presentación y cubierta a las 8:30am.
¿Cuál es la
lección para mi? No tiene que ver con la tortilla, tiene que ver con quien es
Dios y quién soy yo. Dice en Juan 15:5 y 7
"Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer." 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho."
Es tan fácil
sentir que solos podemos hacer lo que queramos, no es cierto. Dios es quien
tiene el control sobre todo y sobre todos. En todo tiempo tengo que cuidar de
no alejarme de mi Padre, como si fuese ese hijo pequeñito que papá o mamá no lo deja solo
en ningún lugar porque otros pueden hacerle daño. El maligno anda como león rugiente
tratando de devorar a los hijos de Dios.
Orad sin cesar, dice el Señor en 1 Tesalonicenses 5:17, esto es hablar con Dios constantemente, como ese amigo incondicional que te acompaña, que te escucha y no te juzga pero quiere que seas mejor cada día y te disciplina con amor.
Entrégale todos tus momentos "ordinarios" para que Él los convierta en extraordinarios, para que tu espíritu se goce con las cosas "grandes y ocultas" que Él, en su amor y su gracia, te mostrará cada día.
El Señor te bendiga abundantemente. A Él sea la gloria y la honra.
Nereida
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