
Mi esposo estaba sentado en otro mueble hacia mi derecha. Cambié la mirada para observarlo mientras compartía con nosotros sus comentarios. En un momento dado, al volver la vista, otra vez, hacia mi hijo, observé que el caracol había recorrido una distancia considerable, ya estaba en la parte de abajo de la pared (que es bastante alta).
Me impresioné tanto que les comenté: "Es casi increíble que un ser que parece que se mueve tan lento, cubra tanta distancia sin darnos cuenta".
Mi esposo dijo: "Porque son constantes"
¡Wao!, esa respuesta fue reveladora para mi en aquel momento. Parece elemental, pero fue el momento en que tuve que verlo.
¿Cuántas veces comencé y no terminé por cansancio, aburrimiento, excusas? ¿Cuánto compromiso hice conmigo misma? ¿Cuán constante soy conmigo misma?
Cuando somos cristianos, no podemos darnos el permiso de dejar para después o aburrirnos. Dios nos ama como somos pero quiere que salgamos de la zona donde estamos, quiere que crezcamos y alcancemos la plenitud de lo que sabe que podemos ser. El sabe que fuimos hechos para la excelencia y no para la mediocridad. Es tan sabio que sabe a la velocidad que puede llevarnos para conseguir su propósito en nosotros. El confía en nosotros pero, ¿confiamos nosotros en nosotros mismos?
Dios nos creó a todos, también al caracol. Y a todos nos dio las herramientas que necesitamos para completar las tareas que vinieron en nuestra mochila de vida. Aunque sea una "caracola" iré a mi paso pero segura de que llegaré, al paso que Dios puso en mi corazón, quizás sin prisa pero sin pausa.
Si te cansas, descansa pero NUNCA, JAMAS, te rindas.
El Señor te bendiga abundantemente. La gloria sea para El.
Nereida
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