martes, 3 de julio de 2012

Servicio ¿qué es eso?

Juan 13: 12-17
12Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 17Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. 
La crisis económica nos ha afectado a todos, cristianos y no cristianos. Como hijos de Dios debemos aceptar Su voluntad y aprender de las pruebas, que al fin y al cabo sabemos que nos harán más fuertes para enfrentar los nuevos niveles. Dentro de esta crisis, hemos tenido que reajustar la hipoteca de la casa, entrando en un programa federal para bajar el pago mensual. Como parte del programa hay que pasar una prueba de tres meses que conlleva ir a la sucursal y un oficial debe llamar a otro departamento y autorizar el pago. Aunque trabajé en banco casi toda mi vida, no me gusta ir a las sucursales, pregiero hacer las gestiones, por teléfono, por internet o en el auto. Luego del periodo probatorio, finalmente nos aprobaron en el programa (GRACIAS A DIOS!!) y nos indicaron que de ese momento en adelante podriamos pagar directamente con el cajero.

Hace unas semanas fui a pagar la casa. Pasé por el servicio de autobanco (pago desde el auto) pero el cajero me devolvió la libreta y el pago y me indicó que tenía que entrar a la sucursal porque el sistema no le aceptaba el pago. Yo me sentí muy molesta pero, sin remedio, entré. Tomé un turno y me senté en el área acostumbrada, y frente a uno de los cubículos de las empleadas que atienden al público que estaba ocupado por una empleada. Ella estaba sola, haciendo la reconciliación de su cuenta de cheques, algo personal. Pensé, "está en su tiempo de descanso". Al rato de esperar, ella se dirigió a mi con una familiaridad inusual para este tipo de empresa. (Recueden que todavía estoy molesta y mi molestia seguía en aumento)
Sin hacer contacto visual me dijo: "Dígame".  Puse el sobre con la libreta de pagos y el dinero sobre el escritorio, lo empujé para acercarlo a ella y le dije: 
"Vine a hacer el pago de la casa pero el cajero indica que no se lo acepta".
"Dígame el número de la cuenta", dijo ella aún sin hacer contacto visual conmigo
"La libreta está en el sobre" le dije, visiblemente molesta.
Entró una llamada a su teléfono y la empleada comenzó a saludar, hablar y reirse. Claramente era una llamada personal. Mi rostro casi se desfiguró. No tenía que mirarme porque el ambiente cada vez se ponía mas pesado. Yo queria decirle, ¡¡¡no puedes ver que estoy sufriendo y tu estás aquí pasando el rato, me estás maltratando!!!
Cortó la llamada con un "luego te llamo"

Para no hacer este cuento mas largo, ella culminó la transacción y me dirigió donde la cajera. Salí con una sonrisa porque la cajera fue muy amable, mientras yo le pedía al Espiritu Santo que me diera paz y, no solo me dio la paz, sino que me llevó a esta reflexión. 

Yo llegué con una carga: "La situación económica en mi casa estaba decayendo, tengo que hacer ajustes que nunca antes había hecho, siento que debo humillarme, estoy aprendiendo nuevas cosas pero es incómodo, la gente no parece entender y encima tengo que aguantar la falta de consideración de los que aparentemente están en una situación mas aventajada, en la que yo estuve un largo tiempo."

Mientras observaba a esa empleada me pregunté: ¿Habré hecho esto yo alguna vez?, ¿cuántas veces quizás atendí bien a los clientes pero nunca me di cuenta que había otro mundo en necesidad fuera de mi y de mi salario, fuera de mis comodidades? ¿Cuánto tiempo he sido inconsciente de la necesidad de los demás? ¿Cuánto tiempo he estado en mi zona de comfort enajenada, altiva? ¿Cuán alto he querido estar que no puedo ver lo que hay más abajo de mi ego? ¡Dios ha venido a mi rescate!

Lucas 22: 24-27 (NVI)
Tuvieron además un altercado sobre cuál de ellos sería el más importante. 25 Jesús les dijo: Los reyes de las *naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. 26 No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. 27 Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve.
 Si Jesús, el hijo de Dios, Soberano, Principe, Señor de señores vino a servir, quién soy yo para desear ser servida. Dios nos ha llamado a un camino de servicio. A veces no es fácil, pero siempre es posible, con el Espiritu Santo de nuestro lado.

Nos toca mantenernos agarrados de la mano de Jesús, como los niños se agarran de papá para sentir que todo es posible, mientras no me separe de Él.  Jesús nos dio un claro ejemplo de cómo debemos vivir los cristianos. Nuestra mirada siempre debe mirar arriba, buscando el reino, viéndonos todos iguales. El Señor es quien mira hacia abajo y solo el hecho de que nos mire, merece un Aleluyah! 

Cuando sintamos que no somos servidos, recordemos que hemos venido a servir y que si Jesús, siendo Dios, habiendo hecho solo el bien, habiendo sanado a multitudes, habiendo resucitado a muchos, fue despreciado, ¿por qué nosotros debemos esperar ser tratados mejor que el hijo de Dios?

A Dios sea la gloria por la oportunidad que me da de aprender sus lecciones.

Que el Señor te bendiga ricamente.

Nereida