jueves, 5 de abril de 2012

¿Qué guardo en mi corazón?

"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida."
Proverbios 4:23
 Mientras barría las hojas de la terraza, una de las hojas se pegó del suelo, de tal manera que no había forma de hacerla mover hacia el  recogedor. Esto me llevó a meditar sobre cuál hubiese sido mi actitud antes de haber conocido la paz que tengo ahora por causa de Cristo mi Señor y Salvador. Esto a su vez, me llevó a escribir un cuentecillo basado en esa actitud de antaño.

Cuando vi que no había forma de mover la hoja, me bajé, la tomé con los dedos y la eché sobre el recogedor junto con las otras; y sonreí y le dí gracias a Dios por haber transformado mi corazón. ¿Cuál hubiese sido mi actitud anterior? La misma de Farah, el personaje del cuento. Hubiese parecido una desquiciada, peleando con una hoja, molestándome al punto de pelear con el que se me pusiera de frente. Una vez encendido el fuego éste devora todo a su alrededor. ¿Te ha sucedido esto a ti?

¿De dónde salían estas reacciones inexplicables? Porque, creo que no es normal que un ser humano se ponga frenético porque una hoja se pegue del suelo, o porque se nos caiga el celular, o porque se me resbala algo de la mano, se me pase la hora del programa, etc. No es normal que una madre acabe a golpes a su hijo pequeño porque derramó algo al suelo o porque rompió una figura.
"Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre" Mateo 15:18
"Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" Proverbios 23:7
La mente es el campo de batalla del maligno. Cuando ve una oportunidad para ponerte de su lado, la aprovecha y luego hay mucho que lamentar.

A través de la sanación, en consejería teoterapeutica, el Señor  me fue revelando de dónde venían esos corajes: de mi niñez, de mis experiencias y emociones no satisfechas.  Dios en su infinita misericordia, me mostró lo que dice su palabra: que cuando aceptara a Cristo en mi corazón "sería una nueva criatura". Que si seguía sus preceptos (su palabra) gozaría del fruto del Espiritu: Amor, Gozo, Paz, Paciencia, Benignidad, Bondad, Fe, Mancedumbre Templanza.

No les niego que a veces me incomodo pero ya la reacción jamás es igual que antes. El Espiritu me enseña a discernir, me enseña cuando voy a obrar incorrectamente. Se siente bien porque sé que no estoy sola, que tengo la fuerza Poderosa de un Gigante que me guarda y que no me dejará sola nunca.

Si tu no has sentido esta fuerza y quisieras sentirla, habla con Jesús; apártate a un lugar íntimo y cuéntale tus preocupaciones. Pídele que entre en tu corazón y que Su palabra se haga realidad en tu vida. Que seas transformado(a) para poder enfrentar cualquier batalla, sabiendo que un Gigante pelea por ti.

Que el Señor te bendiga y te guarde.  A Él sea la gloria.

Nereida

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