miércoles, 25 de abril de 2012

Jamás diré, Jamás haré...

                     No os gloriéis del día de mañana
13 ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. 16 Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; 17 y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. Santiago 4:13-17


Aún recuerdo con el énfasis y la actitud que dije "¡Jamás me casaré con un español!". Fué hace mas de diez años. Ese fue uno de los tantos "jamases" que pronuncié antes de conocer al Señor como lo conozco hoy.  Más atrás en mi pasado, antes de este "jamás" había pronunciado otro, muy convencida: "jamás me cambiaré de religión". Y así hubo otros "jamases": todos tuvieron el mismo resultado final...

Pienso que cuando dije: "jamás me casaré con un español", en el cielo pasó algo así como en algunos restaurantes: Cuando el cocinero grita: "¡Sale un español para Nereida, calle!   El día 2 de enero del próximo año cumpliremos ocho años de casados, el español "con el que nunca me casaría", y yo.

Pienso que cuando decimos: Jamás haré, jamás diré, etc., automáticamente estamos firmando el contrato para que suceda. Porque pensamos que podemos controlar lo que sucederá y no nos acordamos de que no conocemos el futuro, ni cuánto cambiaremos mientras caminamos por las veredas del futuro. Pero sobre todo, no contamos conque el "dueño de las decisiones del restaurante de la humanidad" es Dios.

Pienso que a mí me hubiese pasado lo que a Pedro, o peor.
 33Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. 34Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo. Mateo 26:33-35

Después de tener un amigo sin igual como Jesús. Después de ver las maravillas que hacía, después de que Dios le revelara que éste (Jesús) era el Hijo de Dios, definitivamente, ¡Jamás, lo dejaría solo o lo negaría!  Pero, lo cierto es que todos los dias, de alguna forma, negamos a Jesús, porque la carne es débil.
Sin embargo, también es cierto que si nos arrepentimos y somos humildes ante Él, Él hará lo que hizo con Pedro, compartirá con nosotros, cenará con nosotros y nos dejará saber que nos entiende. Sobre todo, nos perdonará, porque es una fuente inagotable de perdón y de amor.

Hoy día cuando escucho esos "jamases" salir de la boca de otros, se me  eriza la piel, me parece escuchar en el cielo al ángel "que toma las órdenes de los jamases".  :)

"No le entregaría mi hijo a Dios", dije hace muchos años.
Fué en un mes de abril, hace seis años. Quebrantada, le entregué a Dios a mi único hijo, (en coma). Le di gracias por haberme dado, durante 26 años, un hijo bueno, obediente y amoroso.  Entonces, el Señor se reveló en mi vida y entendí que Él es El Señor, Todopoderoso, Omnisciente, Omnipotente y Omnipresente. Y que las cosas sucederán si Él quiere y cuando El quiera. El Señor tuvo misericordia y yo no  lo merecía.

Amados, lo que decimos es como piedra que tiramos y siempre caerá en algún lugar. Puede arreglar o romper cosas. Ahora, cuando digo: "Haré, si Dios quiere" no lo digo por costumbre, lo digo creyendo en mi corazón que se hará o pasará si Dios quiere.

Que el Señor hable a tu corazón y te bendiga de manera sobrenatural. A Él sea la gloria y la honra.

Nereida






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